Un modo seguro de tener problemas serios es movernos sin saber a dónde nos dirigimos y, especialmente, a oscuras. Ya lo dice el viejo proverbio: quien no sabe es como quien no ve. Porque en realidad es lo mismo
VALÈNCIA. La ciencia pretende entender el mundo y predecir los acontecimientos, lo que debe llevar a una ordenación de nuestras vidas, más bienestar y una mayor supervivencia. El área específica de la ciencia que pretende conocer el futuro en base al análisis de las tendencias pasadas es lo que llamamos prospectiva.
La prospectiva no es equiparable a los adivinos o los oráculos —por buenos que resulten—, porque no pretende adivinar el futuro, sino deducir, en base a lo que sabemos del presente y del pasado, cómo esas dinámicas seguirán discurriendo. Para ello se utilizan muchos datos, análisis de inferencia estadística, modelizaciones, estudio de casos y un sinfín de otras técnicas. Con la adición de expertos y cuestionarios, y combinando todo ello con acierto, podemos tener una buena visualización del futuro.
La consultora Gartner, especializada en prospectiva tecnológica, publica todos los años un informe sobre las tendencias que serán estratégicas en el año entrante. Resulta muy interesante observar estudios de años anteriores y comprobar si acertaron. Y como suelen hacerlo razonablemente, no está de más revisar las que nos vienen para 2025 y que la consultora acaba de difundir.
Las diez tendencias tecnológicas de 2025 se pueden resumir en tres, que sintetizan el horizonte inmediato de estos tiempos. La primera se refiere a las nuevas fronteras en la computación, lo que incluye los ya próximos ordenadores cuánticos, con una potencia de procesamiento inconcebible y posibilidades por descubrir. La segunda tendencia está relacionada con la omnipresente inteligencia artificial (IA) y los retos que plantea a nivel tecnológico y ético y, finalmente, la tercera agrupa las novedades en materia de hibridación entre lo humano y lo digital; en concreto, cómo la interrelación entre la inteligencia de las personas y la IA puede llevarnos a una sociedad transhumana.
Otra importante consultora de prospectiva empresarial dirigida a las TIC (Pegasystems) ha publicado un informe similar, donde destaca que hay cada vez más interés por las tecnologías relacionadas con la salud y menos con las de información financiera, y que los desarrollos de computación extendida y ubicua, junto a la utilización extensiva e intensiva de la IA, conducirán a nuevos sistemas de relación con los clientes, los empleados, los stakeholders y todos los demás. Y, como siempre, quien antes se prepare antes podrá sacar provecho de la nueva situación.
En plena sincronicidad, en el sentido junguiano del término, acaba de visitar España el consultor en prospectiva y futurista Dimitris Dimitriadis, que asesora a importantes empresas y gobiernos y que está a punto de publicar en español su libro 2049. El resumen de lo que nos ha contado es que el futuro puede preverse solo hasta cierto punto y que, en todo caso, lo que la prospectiva debe hacer es enfocar el futuro y saber cómo poder aprovechar el conocimiento de lo que viene. Predecir es justamente eso, decir antes, avisar, prevenir, un mensaje ilusionante y optimista en un asunto normalmente sombrío y amenazante.
Hablamos de tecnología, pero la metodología y las herramientas son las mismas para el marketing, las inversiones empresariales o las infraestructuras. Y para observar modelos, Corea del Sur o China planifican a cincuenta años por delante sus proyectos industriales, tecnológicos y de infraestructuras.
Y, después del 29 de octubre de 2024, nadie dudará de que predecir y prepararnos es un asunto vital e inaplazable.
* Este artículo se publicó originalmente en el número 122 (diciembre 2024) de la revista Plaza